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Publicado en Sostenibil...
Miércoles, 22 de Enero del 2025

Cambio climático: Mitigarlo no es suficiente solo con la optimización en el uso de energía

Cambio climático: Mitigarlo no es suficiente solo con la optimización en el uso de energía

En 2017, los recursos naturales necesarios para satisfacer la demanda global de producción y consumo equivalieron a 1.73 planetas. Esta cifra alarmante refleja la presión insostenible que ejercemos sobre los recursos del planeta. Estados Unidos, por ejemplo, es uno de los países que más contribuye a esta problemática, con un consumo equivalente a 5.03 planetas. En Latinoamérica, Chile (2.67) y Argentina (2.07) lideran el ritmo de consumo, lo que evidencia la urgencia de actuar.

Si nuestro objetivo es revertir la creciente huella ecológica y reducir significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero para mitigar el cambio climático, es indispensable cambiar radicalmente la forma en que utilizamos los recursos. Uno de los más críticos, sin duda, es la energía.

Sin embargo, ¿es suficiente con optimizar y ser más eficientes en el uso de la energía para alcanzar las metas de reducción de emisiones? Según el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), se recomienda reducir las emisiones de CO2 entre un 50% y un 80% para 2050. Pero, ¿cómo lograrlo?

Un estudio realizado por investigadores del MIT, la Universidad de Cambridge y la Universidad de Utrecht analizó las alternativas para mejorar la eficiencia energética y reducir las emisiones según estos objetivos. El estudio se centró en materiales de alta intensidad energética, como el acero, el cemento, el papel, el aluminio y los plásticos, ampliamente utilizados en la producción de bienes de consumo.

Aunque se proyecta que la demanda de estos materiales prácticamente se duplicará para 2050, incluso aplicando las mejores tecnologías disponibles —tanto en la producción primaria como en la secundaria, incluyendo procesos de reciclaje optimizados—, el estudio concluye que no será posible alcanzar las metas recomendadas. Esto, incluso en escenarios donde se implementen tecnologías avanzadas para maximizar la eficiencia energética.

De hecho, estos escenarios resultan casi utópicos. Hoy en día, las acciones de optimización energética se limitan principalmente a países desarrollados. En contraste, los países emergentes o en vías de desarrollo aún dependen de infraestructuras obsoletas y con bajos niveles de eficiencia, muy por debajo de los estándares actuales.

Además, los niveles de inversión requeridos para optimizar el uso de la energía son extremadamente altos, lo que reduce las probabilidades de alcanzar las metas de reducción de emisiones, incluso si se amplían los plazos de cumplimiento.

Entonces, ¿cuál es la solución? La única vía realista para reducir los requerimientos de energía en la producción de materiales pasa por una disminución significativa de la demanda. Esto implica nuevos paradigmas en la forma en que utilizamos los recursos, centrándose en una mayor eficiencia en el diseño de productos, su durabilidad y la intensidad operativa de los mismos.

En este contexto, la economía circular emerge como un enfoque innovador y prometedor. Este modelo propone esquemas más sostenibles, permitiendo un uso más eficiente de los recursos en todas las etapas, desde su diseño hasta su disposición final. Avanzar hacia una economía circular requiere transformaciones profundas en los modelos de negocio y una colaboración efectiva entre todos los actores de la sociedad.

Si bien la economía circular no es la solución definitiva a la crisis climática ni a todos los problemas ambientales, sí representa una alternativa viable para hacer las cosas mejor. Es una invitación a convivir de manera más inteligente y responsable con nuestro planeta, priorizando la sustentabilidad y la innovación en cada paso.

Artículo creado originalmente en junio de 2021 y actualizado en enero de 2025